Vení al juicio por los crímenes de la FUERZA DE TAREAS 5, las audiencias se realizarán en el ex edificio de la AMIA (4 entre 51 y 53) todos los lunes y miércoles. Son públicas y se pueden presenciar acreditándose con DNI.

lunes, 31 de agosto de 2015

OCTAVA AUDIENCIA

Por JUSTICIA YA!
Durante la octava audiencia del juicio a la Armada y Prefectura, escuchamos 3 testimonios por el secuestro y desaparición de Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena, secuestrados el 28 de octubre del 77 en el partido de Azul y luego trasladados a La Plata. Norma estaba embarazada. Escuchamos a María Celeste Balbuena, hija de ambos; a Hugo Horacio Balbuena, hermano de Raúl; a Carlos Nuñez, quien estuvo secuestrado junto a Norma. Además dieron su testimonio Roberto Ángel Almada, quien fue delegado y trabajó en Swift, y a Ricardo José Reynoso.



El primero en dar su testimonio fue Roberto Ángel Almada, quien fue delegado y trabajador en Armour y Swift. En ese tiempo, en la fábrica, solían trabajar trece horas por día. Antes del golpe, eran crecientes las amenazas y las presiones contra los trabajadores. Contó que “encontraba papeles en el vestuario del frigorífico que decían: 'Terrorista: te vamos a desaparecer a vos y a tu crío'”. Después del golpe, comenzaron a sacar trabajadores de la fábrica.
Fueron a buscarlo en el invierno de 1977, mientras estaba fuera de su casa. Armados, amenazaron con volver por su pareja y el hijo de ambos si no se entregaba. Su padre lo llevó después a Prefectura, en Ensenada. Echaron a su padre y ahí mismo lo detuvieron, encapuchándolo y esposándolo. Fue golpeado e interrogado por “actos de sabotaje”. Reconoció con voz de mando al suboficial de prefectura Amaya, que era sereno en el Swift.
Estuvo tres días en la sede de Prefectura, luego de los cuales fue liberado con la advertencia de no caer de nuevo, pues en ese caso no volvería a salir.

Luego brindó su testimonio María Celeste Balbuena por sus padres Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena, hoy desaparecidos. Tenía un año cuando fueron secuestrados. Por ello tuvo que reconstruir su historia para comprender la suya. Norma Raquel Raggio y Raúl Alberto Balbuena fueron secuestrados el 28 de octubre de 1977 en Cacharí, partido de Azul.
Y su madre estaba embarazada. Al respecto, María Celeste dijo: “Tengo la esperanza de recuperar a mi hermano nacido en cautiverio”. E interpelando, dijo que “ahora que somos libres y podemos decir lo que pensamos, ¿también tenemos que ser desaparecidos? Ellos pelearon por una patria más justa”.

Luego escuchamos a Hugo Horacio Balbuena, hermano de Raúl Balbuena. “Yo tenía catorce años cuando secuestraron a mi hermano, en octubre del 76”. Hombres armados vestidos de civil. Además, contó acerca de otros casos en la zona. “Yo trabajaba en el mercado y un día se acerca una vecina y me da una carta para un muchacho que trabajaba en un puesto cercano. Me contó que la estaban persiguiendo. También me mostró una pastilla que tomaría en el caso de que la agarraran”. La carta informaba un asesinato. Finalmente, la detuvieron hombres armados. Lo tentó la idea de correr, pero supo necesario pasar desapercibido. “Cuando le entregué la carta al muchacho, me dijo que no le llevara nunca más nada”, contó Hugo Balbuena. Se refirió también a otro joven, apodado Tito, que paraba en su casa. “Una noche estaba muy triste. Me dijo si no me quedaba con él mientras veía algo. Me habló de la situación política, de lo que ellos querían. Cuando me fui a dormir, él estaba muy borracho. A la madrugada entró un operativo y lo mataron”, explicó Balbuena.
Respecto de Norma, su cuñada, contó que Carlos Nuñez, quien había estado con ella en el BIM3, le dijo que intentara hablar con Monseñor Plaza para lograr liberarla. Hoy está desaparecida, como también quien fue su compañero. Por último, Hugo dijo: “A mi hermano lo mataron por un ideal desinteresado; desinteresado porque éramos trabajadores”.

Escuchamos después el testimonio de Carlos Nuñez, quien fue secuestrado en octubre del 76. Militares, que llevaban consigo una foto de su hermana, María Rosa Nuñez, lo maniataron y lo subieron a un Torino. María Rosa, como también su pareja, eran militantes de la JP (Juventud Peronista). Sabe que estuvo en Comisaría 1era y luego fue trasladado al BIM3 (Batallón de Infantería de Marina N.º 3). Pasó, además, por el CCD (Centro Clandestino de Detención) de Arana.
Estuvo en un calabozo junto a Norma Raggio y un matrimonio, Diego y Elisa. Norma estaba embarazada. Ambos eran contenidos por Diego y Elisa, quienes eran mayores. Norma le contó cómo la trajeron a ella y a su compañero Raúl a La Plata. Ambos militaban.
Por otra parte, Carlos contó también que había frecuentes traslados a Arana. Y narró además el horror experimentado en ese lugar. Los gritos de tortura, de mujeres y varones. “Era desgarrador. Cuando te llegaba el turno, te buscaban en la celda, te pegaban una trompada y te llevaban esquivando cuerpos”. Los cuerpos eran trabajadores, militantes, personas secuestradas por el aparato represivo que habiendo sido poco antes torturados pedían agua al que sintieran cerca. En el interrogatorio le colocaron un detector de mentiras. Le preguntaban sobre lo que no sabía. 12 días estuvo en total y fue liberado. Su madre y su hermano habían estado buscándolo. Cuando a su madre le dijeron que habían matado a su hija, María Rosa, fue al BIM3. Quería recuperar a su nieto. 10 días estuvo exigiendo por él. Le dijeron finalmente que debía ir a la Comisaría 8va. Allí el comisario le confesó que ya había preparado la apropiación del bebé. Pero pudo lograr que se lo devolviera. Carlos dijo también que su hermano fue asesinado en el 77.

El último testimonio fue el de Ricardo José Reynoso, secuestrado en la tarde del 22 de abril del 76. Una camioneta con 5 hombres de la Marina y otros 5 en un coche. Ya encapuchado y atado, un oficial le puso la bota en la espalda y el fusil en la nuca y se lo llevaron. Ricardo conocía muy bien la ciudad y el paso de las vías y pudo calcular el trayecto. Supo que lo llevaban a Subprefectura de Marina.
En esa época, como otros testimonios en este juicio han señalado, la organización de los trabajadores suponía una amenaza para las clases hegemónicas que pretendían conservar sus privilegios. Ricardo solía tratar con las diversas organizaciones políticas y participar de las discusiones de los trabajadores. “Como ellos, también yo quería un país mejor”, dijo. Nombró algunos compañeros, al Negro Páez y Etchepare, entre otros.
Durante los interrogatorios no le sacaron nada porque no sabía nada. Amenazaron con matarlo a él y a sus compañeros. Luego fue trasladado al CCD de 1 y 60, Infantería. En ese lugar le pusieron una pistola en la boca y lo golpearon. Tres meses estuvo allí y además en la U9 (Unidad 9). “Por más que me golpearon, no lograron quebrarme”, dijo Ricardo. Recordó en la audiencia que en el frigorífico los trabajadores eran vigilados por personal de U9.
Contó además los efectos de la tortura de los que fue testigo: testículos quemados, rostros desfigurados, infecciones a causa de las vendas y también la vejación de las mujeres.
Por último, pidió al tribunal dirigirse personalmente a los genocidas; y aunque le fue negado, pudo sin embargo aludir a la cobardía de los infames.

Al final de la audiencia, el tribunal leyó la resolución respecto de la defensa del ex Comandante de Operaciones Navales Antonio Vañek. La defensa ha intentado excusar a Vañek argumentando aparentes desórdenes neuronales e incapacidades que pudieran apartarlo del juicio. El tribunal no acogió el planteo y sigue considerando a Vañek perfectamente competente para ser juzgado.

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