Vení al juicio por los crímenes de la FUERZA DE TAREAS 5, las audiencias se realizarán en el ex edificio de la AMIA (4 entre 51 y 53) todos los lunes y miércoles. Son públicas y se pueden presenciar acreditándose con DNI.

miércoles, 26 de agosto de 2015

SEPTIMA AUDIENCIA

LO PASADO Y LO PRESENTE - parte 2

Por HIJOS La Plata
Durante Sexta y Séptima audiencias se escucharon los testimonios de 3 sobrevivientes de los CCD de la Armada, de los familiares de 3 desaparecidos que son caso en el juicio, de una testigo de 2 homicidios y de varios familiares que aún esperan justicia.

La 7ma audiencia comenzó con el tratamiento del planteo de la defensa del imputado Antonio Vañek, Comandante de Operaciones Navales, respecto a su incapacidad de continuar en el juicio por padecer Parkinson y Alzheimer leves, entre otras dolencias. Tras la presentación de la defensa de un informe de Cuerpo Médico Forense, en el que basó su pedido de apartarlo del proceso, el Tribunal Oral 1 resolvió expedirse sobre el pedido cuando reciba los informes anteriores sobre el reo de parte de los Tribunales Orales 1 y 5 de Capital Federal, que ya lo condenaron en algunos procesos y lo tienen a disposición en otros como parte de la actuación de la Fuerza de Tareas 3. Vañek es parte del juicio “Esma 3” y en aquel proceso ya fue rechazado su apartamiento, en base a los señalados informes médicos.

La ronda de testigos se inició entonces con el relato de Florencio Laurini, capataz del Astillero que fue secuestrado en 1976 de su casa de Beriso y pasó un día desaparecido en Prefectura. El testigo contó que como lo fueron a buscar a un domicilio equivocado, se presentó espontáneamente en el BIM3, donde ele pidieron que vuelva en 4 días. Tras hacer eso, fue demorado por tres oficiales de la Armada que lo condujeron por dentro del Batallón hasta los fondos y lo alojaron en el Hospital Naval. Laurini dijo que conocía bien el lugar porque él y su esposa habían estado internados allí tiempo atrás. En el Hospital lo tuvieron toda la tarde atado, amenazado y con interrogatorios, hasta que lo cargaron en una camioneta y lo llevaron a lo que supon es la sede de Prefectura. AL bajarlo le realizaron un simulacro de fusilamiento y luego lo pusieron en un calabozo, para más tarde ser interrogado por sus compañeros de la fábrica. En los interrogatorios le dieron información de inteligencia, señal de que lo estaban siguiendo a él y a su familia. El testigo aseguró que pese a estar tabicado pudo entrever uniformes oscuros de los marinos y claros de los prefectos. La misma madrugada lo liberaron en Berisso. Al volver al trabajo fue llamado por el jefe de personal, Capitán Bigliardi, para asegurarle que creían que él estaba limpio. Tras el asesinato de Bigliardi fue despedido de la fábrica y tuvo que mudarse al sur para poder buscar trabajo. Además comentó que cuando asesinaron a sus compañeros Arias y García no pudo ir a los velorios porque sabía que había amenazas y vigilancia de la Marina. Pese a conocerse su testimonio hace 5 años, el caso de Laurentini no es parte del proceso.

Más tarde dieron su relato tres testigos por el caso de Osvaldo Busetto, secuestrado y herido el 9 de septiembre de 1976 y circulado por los CCD del Hospital Naval, BIM3, Arana, Pozo Quilmes y Pozo de Banfield. Continúa desaparecido. Mariana Busetto, hija de Osvaldo, contó el duro camino de reconstrucción de la historia de su padre, a la que accedió por el libro “La Noche de los Lápices” de María Seoane y por los relatos de los sobrevivientes Pablo Díaz, Walter Docters y Alicia Carminati. Pudo saber que su padre cayó en una cita cantada en 7 entre 54 y 55 y fue herido a los tiros en una pierna y el estómago mientras trataba de escapar por Plaza San Martín. Detalló las consecuencias de Terror de Estado su vida: “es espantoso no saber dónde está ni qué le hicieron. Hoy se que mi papá fue un gran militante, y que en la tortura no cantó ni su nombre de guerra. Hoy mi hijo lleva ese nombre”.
A la anécdota del nombre de guerra también se refirió Walter Docters, sobreviviente de los CCD de Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3ra de Lanús y Unidad 9. Relató que con Busetto compartían rol en la escuela de Suboficiales de la Policía Bonaerense y, desde allí, en el área de Contrainteligencia del ERP. Como tales, desde el golpe de Estado se habían dado la tarea de determinar la ubicación de los CCD de la zona, en base a la información que manejaban. Tras el secuestro de su compañero, Docters había quedado a cargo de ubicar su destino, pero fue secuestrado 11 días después que Osvaldo en una serie de caídas que incluyó a los hermanos Badell, José María Schunk y Gustavo Calotti. Tenían información de que Osvaldo había caído herido, pero con vida. Busetto le había dicho que había elegido su nombre de guerra, “Mariano”, por alguien especial que le daba mucha fuerza. Muchos años después, cuando conoció a la hija de Osvaldo, supo a qué se refería. Con Busetto compartió cautiverio en Arana y en el Pozo de Quilmes, donde le pudo contar que lo habían llevado al Hospital Naval para operarlo y al BIM3, siempre destabicado. “En Arana le sacaron el yeso a martillazos” dijo, y se refirió a la mentalidad criminal de la Marina, que lo curó de las heridas sólo para seguir torturándolo y obtener información.

De la misma manera, Pablo Díaz, sobreviviente de los CCD de Arana y Banfield, relató su encuentro con Busetto en este último lugar, donde lo encontró en uno de los calabozos, muy desmejorado y siempre destabicado. En ese sentido dijo que Osvaldo le recomendó no destabicarse frente a la guardia, que él sabía que lo iban a matar porque desde el comienzo de su secuestro había visto a mucha gente y que en cambio los jóvenes de “La noche de los Lápices” eran perejiles, que los iban a liberar.
Díaz recordó que era el represor Jorge Bergés quien lo llevaba al calabozo de Busetto para que lo limpiara las heridas con un trapo sucio y un balde. Y que los guradias de Banfield les decían que no hablen con Busetto a quien, sin embargo, le reconocían el grado militante y lo trataban como a alguien importante. Finalmente calculó que Osvaldo estuvo en Banfield hasta fines de septiembre de 1976. Continúa desaparecido, y por su caso están imputados en el juicio el Comandante de la FT5, Juan Errecaborde, aunque sólo se le imputa su secuestro.


A continuación fue el turno de Lorena Blasetti, hija de Juan Carlos Blasetti, trabajador del Astillero secuestrado y desaparecido el 10 de septiembre de 1976, y según la testigo Elsa Gomez, llevado a la sede de Prefectura. Lorena contó que su padre, al que apodaban “Cacho”, ingresó al ARS en junio del '75 y era militante de la JP y las FAP. Como tal participó de las movilizaciones locales del “Rodrigazo” y por los Convenios Colectivos de Trabajo. La madrugada que llegó el operativo de la Marina a casa de sus abuelos ella tenía 2 años y su hermano 6. Se llevaron a su padre en los característicos Falcon blancos y al salir a la calle, su madre se encontró con Elsa Gomez que le avisó que había seguido a los autos hacia Prefectura. En lugar de ir a la Comisaría de Ensenada, su madre fue a la casa de Juan Osvaldo Valdez, donde había continuado la redada y la esposa de Valdez estaba tan desesperada como ella. Mariela contó que su madre presentó Habeas Corpus y buscó por comisarías y penales sin respuesta.
Lorena relató lo difícil que fue construir la historia de su padre, porque en la familia se ocultaba que estaba desaparecido: su madre le había dicho de pequeña que trabajaba haciendo barcos y se había ido en uno de esos barcos. También relató que la desaparición de su padre repercutió en su familia hasta la actualidad: “tengo un árbol genealógico desarmado”, afirmó.
A partir del relato de otros trabajadores y familiares de desaparecidos de la zona, Lorena pudo ir armando una historia fragmentada de su padre. También supo de otros secuestros posteriores en la misma zona: el de Rubén Omar Padín, a dos cuadras de su casa a fines del '76 y luego el de su mujer.
Desde el Astillero y desde el sindicato nunca recibieron ayuda. La empresa registro a su padre como ausente desde el mismo día del secuestro y lo despidieron con telegrama 20 días después. Concluyó diciendo que “el Estado que me hizo esto no me dio la oportunidad de tener una familia”.
Por el caso de Blasetti está imputado en el juicio el Comandante de la FT5, Juan Errecaborde y el Jefe de Prefectura Luis Rocca.


La siguiente testigo fue Norma Songini, esposa de Rubén Padín, trabajado de Propulsora Siderúrgica secuestrado el 7 de diciembre del '76 su casa de Ensenada en un operativo de hombres de civil y a cara descubierta que dijeron ser de la Policía Federal. EN el hecho también se llevaron al padrino de los hijos de Padín y compañero de Propulsora, Miguel Casajús. Norma contó que fue a hacer averiguaciones al BIM3 y no la atendieron. Sólo a través del secretario del SUPE local, Rubén Peón Vara, pudo saber que Rubén habría estado en el BIM3 hasta fines del '76. También relató su propio secuestro, el 7 de septiembre del '77, cuando volvía del trabajo y ya la esperaban en su casa. Norma estuvo 25 días en La Cacha, donde fue torturada y abusada sexualmente. Allí la amenazaban con que su esposo estaba presente en el lugar, y pudo reconocer a varios represores, entre ellos, a quien se hacía llamar “Abaddón”. Luego fue liberada en Villa Elisa.
EL caso de Padín no es parte de este juicio. Y el de Norma no fue parte del proceso por los crímenes de “La Cacha” que llegó a sentencia en 2014, y no forma parte de la causa residual de ese expediente, por lo que las querellas pidieron que se remita el testimonio al juzgado de instrucción para que se continúen las investigaciones.

La 7ma audiencia finalizó con el relato de Silvia Crespo, quien tiene a dos hermanos y al cuñado desaparecidos. Los tres militaban en el PCML, cayeron como parte de lo que se conoce como “operativo Escoba” y fueron llevados al circuito Club Atlético- El Banco, a cargo del Comando del Primer Cuerpo del Ejército.
El testimonio de Silvia fue sumado al juicio por la primer detención de su hermano Rodolfo Crespo, que había hecho la carrera militar en el Liceo Naval y era guardiamarina, además de estudiante de química en Exactas de la UNLP. El padre de los Crespo era capitán de corbeta y amigo personal de Emilio Eduardo Massera porque pertenecían a la misma promoción de la Escuela Naval. El capitán Crespo se había retirado en la época de la disputa entre las facciones de azules y colorados y tuvo que recurrir a sus contactos militares cuando Rodolfo fue detenido en el BIM3, a fines de 1976. Silvia contó que su hermano le había dicho que estando detenido en el BIM le preguntaron si era el hijo del capitán Crespo, tras lo cual lo liberaron y le aconsejaron: “Andá y pedile perdón a tu papá”.
Laura Crespo era estudiante de odontología y Ricardo Moya de psicología. Como pareja militante se habían mudado a Capital Federal, donde fueron secuestrados el 6 de diciembre del '77.
Ante el hecho, su padre fue a hablar con Massera quien le negó información y lo palmeó en la espalda. Luego contactó al Teniente Coronel Raúl Gatica, que le mostró en su despacho los ficheros sobre detenidos y perseguidos políticos que tenía a disposición, entre ellos los de sus hijos y su cuñado.
Luego de esto Rodolfo fue nuevamente secuestrado, esta vez por el Ejército, en febrero de 1978 y llevado al CCD “El Banco”.
El caso de la primera detención de Rodolfo Crespo no forma parte de este proceso, y por los secuestros de Laura y Ricardo fue condenado en CABA el policía Pedro Godoy en 2012.



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